Conectividad ecológica para algunas poblaciones del Gran Caribe

Los gobiernos nacionales de Colombia que transcurrieron entre 2002 y agosto de 2022 (los de Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos e Iván Duque) mostraron enorme interés e hicieron grandes esfuerzos por explorar y extraer hidrocarburos de las profundidades del mar Caribe. En 2022, el entonces candidato a la Presidencia Gustavo Petro prometió apoyar la prohibición del fracking y detener el desarrollo de las actividades petroleras costa afuera. A partir de dichos anuncios, ganaron visibilidad las preocupaciones de diversas organizaciones sociales, tanto ambientalistas como territoriales, relacionadas con algo que hemos advertido desde hace años: la principal acción efectiva para enfrentar la crisis climática debe ser la reducción real de la extracción y quema de carbón, petróleo y gas.

Desde que asumió la Presidencia, Gustavo Petro ha mantenido en el discurso la necesidad de adelantar una transición energética, lo que implica que el país puede dejar de ser dependiente de la extracción y exportación de hidrocarburos. Defiende a capa y espada, a pesar de no tener el apoyo suficiente del poder legislativo, la moratoria a nuevos contratos de exploración y el proyecto de ley que prohibiría los proyectos de fracking en el país. Sin embargo, la visión oficial sobre las actividades petroleras costa afuera es distinta a la que expresó en campaña: “el gobierno del cambio” concibe que las reservas de gas encontradas en las profundidades del mar Caribe son parte fundamental de la transición energética que propone, a la que entiende como “justa”.

Censat Agua Viva ha recibido esa visión gubernamental con inquietud. Además de que con ello aumenta la dependencia del país en relación con los hidrocarburos, esa mirada desconoce el descuido ambiental propio de las principales empresas petroleras en el mundo (son ellas las que se pondrían al frente de buscar y explotar el gas) y los desastres que han provocado con las actividades en el mar. 

Desde hace años, Censat ha advertido acerca de esos desastres y con el apoyo de la red Oilwatch, adelanta investigaciones y acciones de formación sobre los impactos que las actividades petroleras costa afuera han tenido sobre las comunidades marino-costeras y sobre los ecosistemas de diferentes partes del mundo.

Parte de esos estudios se plasman en tres documentos. El primero de ellos es el Informe titulado Sobre Shell y la ampliación de la frontera extractiva en aguas profundas – El caso de Colombia (Gómez y Roa, 2019). Mediante un recuento histórico del surgimiento de las actividades petroleras en Colombia, el documento presenta el modus operandi de una las empresas que tienen mayor interés por las actividades costa afuera en el Caribe colombiano. El informe muestra los impactos socioambientales de la multinacional Shell en el país y destaca que, además causarlos, no ha asumido el resarcimiento de dichos daños, Ahora, pretende mostrarse como una empresa confiable para liderar actividades de mayor riesgo como la extracción de hidrocarburos en aguas ultraprofundas.

El segundo documento es la crónica Morrosquillo: historia del agua, la vida y el crudo derramado (Jaramillo, 2023). Se hizo en articulación con la Fundación Evaristo García y recoge una parte de la historia ambiental del Terminal Petrolero de Coveñas, principal puerto de exportación del crudo en Colombia. Si en el caso brasileño son evidentes los impactos del descubrimiento y extracción de presal, en colombiano no es necesario esperar a hacer las actividades costa afuera para constatar el desastre, pues, el puerto petrolero ya ha provocado innumerables cantidades de derrames en el mar Caribe.

Este tercer documento, se presenta para sensibilizar a la población sobre los riesgos de las actividades petroleras en el mar Caribe. Lo hicimos en coordinación con el Parque Nacional Natural (PNN) Corales de Profundidad y, aunque tiene un lenguaje más técnico que los anteriores, su propósito es evidenciar que si un país cualquiera de la región del Gran Caribe decide asumir los riesgos de lanzarse a actividades petroleras costa afuera, deja expuestos a los demás países, aunque ellos no hayan tenido la misma iniciativa. Así como ocurre con los fenómenos climáticos en el mundo, los ciclos biológicos y las complejas conexiones de la vida en el mar no respetan las fronteras artificiales inventadas por las sociedades humanas.

Para las comunidades costeras de Argentina, ha sido clave identificar a la ballena franca austral como una de las principales especies que se ponen en riesgo al desarrollar actividades petroleras en el mar. Igual, en el caso colombiano y, en general, en el Gran Caribe, es importante visibilizar las especies que están presentes en las costas de nuestros países y cómo, entre sus poblaciones, hay varios tipos de conexiones. En ese sentido, este informe, escrito por Rodrigo Espejo, guardaparques del PNN Corales de Profundidad, mediante revisión de literatura, intenta mapear diferentes especies del Gran Caribe que presentan conectividad ecológica entre algunas de sus poblaciones.

Esperamos que este tercer documento aporte, también, a la movilización de las diversas comunidades contra el avance petrolero en la región, en particular, a las organizaciones con las que conformamos la Iniciativa el Gran Caribe. Si la ballena austral ha sido importante para frenar la sísmica en las costas argentinas y el manatí antillano ha sensibilizado a un público mayor sobre los riesgos de la técnica del fracking en el Magdalena Medio colombiano, esperamos que el conjunto de especies identificadas en este informe aliente a una población mayor a presionar a sus respectivos gobiernos por un “mar Caribe libre de petroleras” (Declaración por un mar Caribe libre de petroleras, 2021).

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